Fui como me gusta llegar, sin preocuparme por lo que me espera. Quiero decir que no traté de preguntar o entrar en las redes para averiguar de qué iba la obra de teatro sobre la que tenía que escribir para este medio en el que ustedes me leen. Tampoco indagué en si el cuadro actoral venía con el mejor pedigree o si en el Hotel Bastardo se había instalado un escenario en donde yo, habiendo vivido durante más de 20 años a no más de doscientos metros y siendo cliente habitual del lugar, aún no lo había visto. Nada, no indagué nada. Tan solo quise asegurarme de que en el teléfono llevaba el localizador de mi reserva.
Hay días en las que esta conducta mía me lleva a, en lugar de un encuentro con Prometea, luchar contra el soporífero y bochornoso Morfeo. Cierto es que esto ocurre en contadas ocasiones, actualmente España goza de excelentes espectáculos y profesionales, gracias a la creciente simbiosis entre el público, las producciones y al virtuoso talento de nuestros autores, directores, actores y todo ese equipo humano que se hace imprescindible para emocionar a cuantos espectadores acudan al aquelarre escénico.
Así que, pensando aguardar con una rica tisana en la cafetería del hotel, llegué media hora antes. En esto no acerté. Las puertas permanecían cerradas y tras la cristalera no se veía ni un alma. Con tal sorpresa me aposté en la calle San Mateo y me resigné a esperar, comiendo unas avellanas. Ahí fueron llegando las cinco personas con las que iba a compartir el metafórico vuelo hacia las emociones, nuestras y del elenco.
Recuerden que no sabía lo que me esperaba y añado que, más tarde comprenderán el por qué lo señalo, el único representante del género que me define en el DNI era mi menda. Faltaban 10 minutos para las 18:30h. Confiados en que de haberse suspendido la obra hubiéramos recibido algún aviso desde atrapalo.com, no obstante, comentamos algo sobre lo que nos extrañaba la tardanza. Fue entonces cuando apareció una amable señora de la limpieza que nos abrió y continuó por ofrecernos el más que recomendable hidrogel. Ustedes tendrán que disculparme por no revelar las peculiaridades del trayecto que seguimos, hasta llegar a nuestros asientos respectivos. Para mí fue un pasaje enigmático, especial, que dejo sin más relato para que cada cual viva la intriga desde su propio ser emocional.
Sin embargo, no puedo callar lo que viví cuando se abrió, en lugar del telón, la puerta de un ascensor.
‘Criaturas domésticas’
La escena se inicia con tres sirvientas condenadas por su ama a vagar por un limbo. Una tragicomedia que pudiera parecernos inspirada en «Las criadas» de Jean Genet, pero no lo es. Esta obra ha nacido del propio ingenio de nuestras protagonistas, ellas logran así pasearnos por las zonas más oscuras de las relaciones humanas, abordando como eje las temáticas de la violencia, el amor romántico y la sumisión, siendo nosotros mismos quienes nos despojamos de la rigidez que nos atenaza y rendimos los pudores de aquellos prejuicios que nos restan calidad en el lado humano, todo esto desde la inteligente y sanadora ironía.
Desde luego que, como individuos, llevamos embaucados por las mismas preguntas todo lo que tenemos de historia: ¿Quién soy? ¿A quién me refiero cuando digo yo? ¿A mis pensamientos mortales? ¿A mis circunstancias efímeras? ¿A lo que ya no soy de lo que creí ser y nunca fui más que en mis ilusiones? ¿A esos retales de experiencias que nos imponen las personas, cuando alardean de su generosidad al darnos lo que sea para, según ellas, nuestro bien?
Dicen que la mayor trampa de la vida es el olvido. Ahí es donde van a parar las anécdotas que jamás serán contadas, las que pudiéramos señalar como espejos despojados del mercurio y quebrados por el albedrío del tiempo o las pisadas de quien quiso disfrutar ejerciendo el poder de su pisada. Sí, el poder. El mismo poder que hace siervos y siervas, como son las circunstancias que viven nuestras “Criaturas Domésticas”.
Actrices
Tres magistrales actrices, sí. Tres mujeres que, gracias a su inconmensurable capacidad creativa, tratan de reconstruir en nuestra memoria las historias de individuos y espacios que, de tanta cotidianidad, se nos escapan a lo ajeno, a lo que no parece importarnos. Bastante tenemos ya con lo nuestro, con nuestro egocentrismo.
A quién le importa el servicio, se preguntan ellas, mientras concursan entre sí por contarse la muerte más estúpida de cualquier otra criatura doméstica. Y en su oda al hipoclorito de sodio, el premio a la muerte más estúpida es… Lejía gratis para todo el año. ¡Bien! Fregona, escoba y cepillo, lo que ellas llaman “el puto plan”. Y ácido de tal, de cual, de lo otro…
A quién le importa el servicio, dice la señora para jactarse de su alto escalafón. Así, nuestras domésticas nos recordaron a la compañera que, al ser despedida por los cuarenta años de antigüedad, murió de infarto. Y con esta anécdota, como con otras muchas, consiguieron las múltiples y salubres carcajadas que se nos escaparon incontinentes. ¿No les parece esto que las otras cinco personas con las que formé esa piña llamada público, estábamos ante unas auténticas maestras del humor clásico y contemporáneo? No fueron y aún son, el gran Buster Keaton, la excelente Lina Morgan, los fantásticos Bowers, Chaplin y su mismísima compañera en un sin fin de películas, Edna Purviance, quienes nos desmenuzan en taquitos para pinchos morunos por tantas carcajadas que nos arrancan desde sus desgracias.
Qué maneras más elegantes y divertidas emplean nuestras “Criaturas Domésticas” para quitarnos el polvo de los falsos paradigmas. Lo hacen con intensidad, fuerza y verdad, tal que si el mismísimo Federico Fellini les hubiera hecho herederas indiscutibles de su legado. Sí, no les extrañe que, una vez más, haga aquí referencia de tan insignes talentos. Vean ustedes (La ciudad de las mujeres, Los payasos, El Decamerón, Satiricón, Amarcord) ¡Ay! Dichosos sustantivos cuyo significado determina la realidad.
¿Y qué es la realidad sino la representación de nuestra egoísta y simplista capacidad reflexiva, disfrazándonos el propio drama interno que significa soportar a quien te hace servil? Las jerarquías piramidales establecen su cohesión con soldaduras defectuosas, caracteres inestables de ideas singulares que se deslizan hacia la base imponiendo su desequilibrio y estableciendo atributos gregarios.
¿Realidad? La limpieza es un baño de humildad para la criada somatizada en la sumisión, esta es su realidad. Lo mismo que un signo de orgullo para la señora celosa de compartir a su amante fontanero, que así se reafirma en la violencia cotidiana e imperceptible que ejerce. Pero es aquí donde quiero regresar a la referencia que señalé al principio, aludiéndome como único espectador del género que determina y encripta mi DNI. Por supuesto que allí mi presencia no tenía nada que ver con lo que pretendo marcar ahora, tampoco sé si las autoras tuvieron intención consciente de inspirarse en esta referencia que haré a continuación, solo quise dejarlo ahí para que no se me escapara lo que les cuente, ya que voy concluyendo esta reseña relato.
Cuando el arte nos abre puertas en la mente y nos lleva por reflexiones que nos hagan evolucionar en la construcción de nuestro propio andamiaje moral, y si además lo hace sin el afán de manipularnos o dogmatizarnos, solo dejándolo ahí para quien quiera verlo desde su propia utilidad, sin duda que ha logrado lo más sagrado de la vocación artística. Cierto que este es el don de nuestras “Criaturas Domésticas”. Durante toda la obra hay un hombre protagonista por alusión, un fontanero llamado Raphael, con hache intercalada como el cantante, centro de atención entre las tres domésticas y la señora, esta última también presente por referencia. Fue Simone de Beauvoir, filósofa e insigne defensora de los derechos de la mujer, quien hizo un magnífico trabajo sobre lo que llamó androcentrismo. Si ustedes están interesados o interesadas en conocer su significado y valores, nada como recurrir a Internet.
Mientras, en el frigorífico permanece la cabeza del cordero que jamás será plátano, aunque parece soñarlo. ¿O es la cabeza de cordero quién espera ser el cubito de hielo en los copazos de Whisky DYC que esconde el personal doméstico?
No lo sé, entre todo lo que disfruté, es normal que algo se me escapara de la percepción. Tendré el gusto de volver, me queda mucho por aprender y de ahí puedo salir con el doctorado. Y nada menos que firmado por Lucía Trentini, Gloria Albalate y Begoña Caparros.
Ficha ‘Criaturas domésticas’
En escena: Gloria Albalate/ Begoña Caparrós/ Lucia Trentini
Colaboración en Iluminación: José Antonio Villegas
Fotografía: Fernando Roca Andreu
Vídeo: PINEA Films. Máximo A. Huertas y Lucia Garré
Dirección y dramaturgía de escena: Lucia Trentini
Fechas: Lunes, martes y miércoles de todo marzo 2021.
Reservas en atrapalo.com.
Ya estoy pidiendo las mías.
Ramón G. del Pomar.