Dos personajes están hablando en una sala. A través del diálogo, se nos descubre que ambos son amigos de toda la vida, y que uno de ellos, antiguo mujeriego, ha conseguido sentar la cabeza con una mujer con la que parece no estar del todo cómodo. Mientras poco a poco se nos está desvelando toda la problemática que tiene la pareja, un plano quieto nos desvela al fondo del cuadro varias pinturas apiladas en una esquina. Podría ser casual, pero este es el juego que establece Hong Sang-Soo a lo largo de su película Lo tuyo y tú: el espacio es tan importante para el desarrollo de lo que sucede en la escena como el disfraz y el fresco de los sentimientos de los personajes lo que crea el trasfondo de la historia.
En el último trabajo de Hong Sang-Soo estrenado en España (ya que su último proyecto estrenado es el de ‘On the beach at night alone’), el director muestra los mismos cánones de siempre para girarlos hacia una nueva corriente. En este caso, son las ataduras de una promesa (la incapacidad de Minjung de contener su hábito a empinar el codo más de la cuenta), lo que dinamita una huida hacia adelante de sus personajes que, incapaces de aceptar al otro, huyen de sus propias responsabilidades. Mientras Youngsoo se refugia en el sueño de una reconciliación con su pareja (representada a través de movimientos de cámara en horizontal para crear ese efecto) y conversaciones patéticas en las que el alcohol, fiel elemento en las películas del director, hace presencia, Minjung juega como una niña a flirtear con otros hombres (de ahí el zoom-out con ella andando con los pies descalzos por el agua), pero siempre oculta bajo otra identidad.
La grandeza de ‘Lo tuyo y tú’ se encuentra sobre todo en su perspectiva realista. Hong Sang-Soo construyó las escenas con el método que lleva usando desde ‘Hill of Freedom’, en donde escribe el día anterior las escenas para luego rodarlas a posteriori. Con este método, el director surcoreano consigue un fresco de escenas las cuales se van enlazando progresivamente a partir de su idea inicial. Sin embargo, esta planificación es importantísima: lo podemos ver, por ejemplo, en la escena primera de la cama, en la que, tras descubrir quién es quién en el lindar de la intimidad de la pareja, se observa la tragedia de dos personas atadas no solo por una promesa, sino también por la rutina y el egoísmo. La especia final la aportan los actores, quienes con la cadencia con la que enuncian las frases y con los gestos aportan una multiplicidad de facetas que permite redescubrir nuevas perspectivas.
Por supuesto, el director surcoreano no sería quien sería si no explotara esas virtudes, como tampoco lo sería sin su principal valor audiovisual: el zoom. Si el espacio es importante para crear ironías constantes con las expectativas de los personajes (o con las interacciones entre ellos, como el reencuentro entre dos viejos amigos), el zoom recrea una visión verista de las ilusiones de los personajes, como es el caso en que uno de los “pretendientes” de (no) Minjung se enamora a primera vista de ella, o una elipsis en la que una vela se consume ante nuestros ojos. No es casualidad: son los giros de cámara y los zooms los que casi siempre son momentos idealizados o de felicidad pura y dura, mientras que, cuando la realidad, el patetismo o la tristeza azotan a los personajes, la cámara siempre está quieta, dejando que la información del cuadro y la actuación de los personajes haga el resto.
‘Lo tuyo y tú’ es uno de esos trabajos llenos de pequeños detalles que engrandecen la trama. Las pequeñas escenas se intercalan y construyen un camino que lleva a la realización final, a ese momento en donde Hong enseña que el amor debe ser un ejercicio libre, un juego entre dos almas en las que se puede ser libre, pero para ello hay que aceptar a la otra persona tal y como es.
‘Lo tuyo y tú’ se estrena el 12.4.17.
Carlos Martínez.