El género del terror, durante los últimos años, ha evolucionado en comparación a tiempos antiguos. Dejado de lado el fenómeno de los slasher y las películas de serie B, más de un cineasta ha decidido preocuparse por buscar caminos alternativos, los cuales sugirieran nuevas perspectivas para el género. Y podría decirse, en ese sentido, que ‘La Bruja’ es una de las películas dispuestas a abanderar ese cambio.
Enmarcada en el contexto de Nueva Inglaterra, cuando la brujería era más un motivo para amargar la existencia de la comunidad, el debut de Dave Eggers es una disección de los males que el puritanismo –o el conservadurismo– tiene en la sociedad estadounidense. Solo hace falta ver, como ejemplo, la cobardía del padre, la histeria de la madre o las perversiones de los hermanos, con Thomassin, con sus fallas, siendo la víctima sobre la que se vertebran todas las tramas.
Todo ese fondo, sin embargo, no brillaría sin su forma. ‘La Bruja’, en el fondo, es una película claustrofóbica dentro de su propio universo –casa, cabaña, bosque y riachuelo–, con un aumento de tensión lento, pero progresivo, que se nutre la frialdad expresa de la fotografía y de sus claroscuros, además de un guion cuyos personajes, lejos de su puritanismo, esconden una maldad expresa. Sumando a eso su exquisita banda sonora, queda una película redonda, pulida hasta en el léxico que usan los personajes a lo largo de la película.
Bien es cierto que sus simbolismos no siempre encajan, así también falla cuando enseña más que sugiere o cuando algunos cortes a negro interrumpen la tensión de la escena. En todo caso, La Bruja es una cinta que sabe bien mezclar clasicismo con modernidad, y es muy posible que hablemos de ella como una de las películas de terror de la década, así como también de una de las películas del año.
‘La bruja’ se estrena el 13.5.16.