Ramón G. del Pomar, vuelve a sorprendernos una vez más. En esta ocasión nos presenta su última obra, absolutamente mística, muy a la altura de San Juan de la Cruz o de la Mismísima Santa Teresa, y que ha titulado Yo soy el que soy » La noche oscura del alma»
Hace unos días conocí a L. Ramón García del Pomar por primera vez. Revista Visión Media me pidió que entrevistara a Ramón para que me contara algo sobre el II Festival de Música Antigua, que se va a celebrar en la majestuosa Zaragoza, y cuyo titulo es Festival de las Tres Culturas. Tendrá lugar los días 16, 23 y 30 de septiembre 2021 en las iglesias de San Carlos Borromeo, San Juan de los Panetes y Santa Isabel de Portugal. La entrada será gratuita mediante reserva hasta completar el aforo a través de la página www.eventbrite.es
Quedamos frente al café Comercial y nos dirigimos a un bar conocido por mi, el Pim Pam, en el que podríamos estar tranquilos y hablar a gusto.
Comenzamos por comentar cosas de nuestra vida dentro del mundo del espectáculo y poco a poco Ramón fue a desgranando, con total sinceridad, partes de su vida en andaduras y avatares.
Nada de lo que contaba se escapaba a mis oídos que iba de sorpresa en sorpresa, porque Ramón es un hombre que ha corrido mucho, ha amado mucho y se ha rebelado mucho.
Entrevistando a Ramón G. del Pomar
Yo, en todo momento, intentaba llevar la entrevista hacia el lado de la actuación que se va a realizar el día 30 de septiembre en la mencionada Zaragoza, él, en cambio, insistía en desgranarme pasajes de su intensa vida. Me gustó que se sintiera cómodo, tranquilo, confiado, deseoso de que yo supiera y escuchara todo aquello que ha hecho de su persona el artista que es. Así, consiguió que por escucharle se removieran en mí ciertos recuerdos y signos morales y finalmente caí en la cuenta de cual era su verdadero propósito, al desgranar pasajes que él señalaba como sobresalientes para la ocasión. Entonces comprendí el porqué de aquellas puntualizaciones.
En realidad lo que me estaba transmitiendo era el caldo de cultivo para conseguir llegar hasta este momento donde, Ramón, ha cogido las riendas de su vida, ha perdonado a quien le hizo daño y ha convertido su día a día en el conjunto de deseos acumulados durante muchos años, consecuencia vital para que afrontara este proyecto de Zaragoza con la valentía y el respeto que surge necesario para dar honestidad.
Quizá, para no liarnos en un siempre eterno discurso, puedo hacer un resumen de lo principal que me contó, de lo más esquemático y claro.
Ramón G. del Pomar
Digamos que L. Ramón García del Pomar nace un 17 de mayo de 1950 en Los Corrales de Buelna (Cantabria), en una familia acomodada, cuyo padre fue Juez, químico en Nueva Montaña Quijano, empresa del padrino de Ramón, y comerciante de electrodomésticos. También su madre fue una mujer culta.
Su círculo social era el que era entonces y todo seguía las pautas necesarias para que Ramón, hasta aquí estudiante en el colegio de San Juan Bautista de La Salle, entrase en un Seminario y terminara siendo sacerdote o quizá obispo.
Este deseo del padre, el niño solo quería ser misionero y pobre, se ve frustrado debido al encuentro que sufre Ramón con el que fuera su padre espiritual en el seminario de Monte Corbán, Don Fidel, al que confiesa una mañana de domingo y a la edad de 12 años que Satanás ha venido a tentarle por la noche y no ha podido evitar la tentación de hacer cosas feas.
El padre espiritual escucha con atención mientras va introduciendo su mano por la pernera del pantalón corto de Ramón y, en vez de incriminarle por su pecado, trata de incitarle para que lo repita con él. El chaval pega un vote, se aparta y le grita al sacerdote recriminándole por su comportamiento lujurioso y lanzando algún que otro insulto, mientras intenta salir por la puerta, que se encuentra cerrada a cal y canto.
Aquel momento marca la vida de Ramón para siempre.
El niño decide que quiere salir del seminario y cuenta a su progenitor lo que ha vivido. Nadie le cree, a todos les parece una gran mentira y el pobre Ramón es expulsado del seminario por embustero, tal vez debido a que, simplemente, esté claro que ha perdido la vocación y no se atreve a confesarlo.
Ya en la despedida, dentro del coche de su padre y a pesar de lo ocurrido anteriormente, en señal de burla el Padre espiritual intenta volver a tocar al niño y este le propina un manotazo. Qué respuesta injusta y llena de dolor se grabó en la carne y memoria de Luis Ramón. Su padre se gira y le atiza un bofetón, toda vez que el mal cura le propina un puñetazo con su anillo y le abre una herida en los labios, que sangran sin remisión. La cicatriz, hoy en día, como si de un estigma se tratara por no haberse sometido al deseo pecador de aquel que inmerecidamente se decía portador de la palabra de Dios, sigue en el labio superior de Ramón. Así fue como en él fue creciendo la negación o el descrédito de todo aquello en lo que le dijeron que debía creer.
Resultado, Ramón se convirtió en agnóstico.
Pero aquello cambió gracias a Don Guillermo Álvarez Roces, que le mostró el libro del Tao Te King y le acercó a la filosofía como herramienta para reflexionar. En ningún momento trató de adoctrinarle por conceptos o credos que pudiéramos entender como religiosos, solo debía aprender a conocerse a sí mismo para ejercitarse en el respeto a la propia mismidad y en la del prójimo.
Guillermo Álvarez Roces era cura y, gracias a él, Ramón comprendió que había otra doctrina, otra forma de ver la vida y de hacer las cosas. Claro que el milagro no se produjo de la noche a la mañana.
De aquella conexión sana, real y mística, surge el contacto hacía una de las artes que acompañará a Ramón desde ese momento, la música. Aprende a tocar la guitarra y comienza a componer.
La vida de Ramón sigue buscando respuestas a todas las preguntas que le surgen y planta, riega, vive y agradece cada brote nuevo.
De aquel rencor a todo lo que establecido, religión, autoridad paterna, verdades que esconden mentiras, surge la magia de Guillermo, como él le llama, surge el autentico amor por la vida. Surge la comprensión, la empatía, el saber escuchar, el entender, el amar. Guillermo fue su Mago de Oz particular y tornó lo gris en un arco iris de colores. Era el amor de un hombre con Fe, como él lo describe. Así que, cuando le llegó la propuesta para participar en el Segundo Festival de Música Mística, llegándole esta desde una organista como lo fue su mentor, sintió que él se lo enviaba para que hiciera un regreso a los tantos años que le dio de su saber, de su paciencia, de su luz interior, y Ramonín, así le llamaban él y su madre Doña Germana, se propuso rendir justos honores. Gracias a ello ha vuelto a viajar por el mundo místico de aquel crío que quiso ser misionero y pobre, su niño interior que extravió en el seminario, y gracias a ello el adulto que es hoy descubre un nuevo camino, el que debe retomar para saber qué se perdió y qué le aguarda.
Festival Tres Culturas
Son muchos los caminos que ha transitado nuestro protagonista en estos 71 años de vida. Algunos inolvidables, otros dormidos, pero no en el olvido. Y caminando, caminando, como diría el poeta, encuentra a otro ser magnifico, Esther Ciudad. Con ella, con Gÿe, un chaval valenciano muy joven, músico electrónico y con Mohamed El Sayed, bailarín que Esther conoció en Huesca, crean esta propuesta para la clausura del Segundo Festival de las Tres Culturas y que Ramón, como autor del texto, describe y se describe así:
“Para construir esta obra, me desprendí del caparazón que me hubiera impedido viajar hasta lo más profundo de las muchas noches oscuras de mi alma, virtud que me ha permitido dar con los entresijos que liberan la sinceridad ante la inspiración. Zaragoza, una de las ciudades más importantes de España, cuenta con más de dos mil años de historia. Varias culturas construyeron sus cimientos dejando huellas arquitectónicas imborrables, además de un rico acervo musical y religioso. Allí, por mano de la energía creadora de la organista Esther Ciudad, se celebra por segundo año El Festival de Música Antigua Tres Culturas, con lo que se consolida un proyecto musical que pretende recuperar el papel de la capital aragonesa como nudo y nexo entre las músicas y el misticismo de Oriente y Occidente, recobrando el papel que la ciudad desempeñó en el desarrollo cultural de la Península Ibérica.”
Y continua expresando sus respuestas encontradas en estos años:
“Mi motivación para afrontar tal grado de responsabilidad, nos dice el autor de esta obra titulada La noche oscura del alma, es la de atreverme a gestionar el encuentro con mis propios valores, antaño rendidos por aquellas anécdotas desagradables que, en momentos inoportunos, asaltaron mi aprendizaje más humanista y espiritual. Él, nos continúa contando que: todos basamos nuestra supuesta sabiduría en la no siempre afable, aunque conveniente más veces de las que creemos o nos atrevemos, labor de reflexionar sobre los avatares que construyen los pilares con los que sustentamos el “yo soy”. Pues esto es lo que he buscado, facilitar a los espectadores unos textos que les acerquen a ese encuentro con el yo más profundo de su ser, de su voluntad de amar como llave para acertar y aceptar el amor que nos debemos y debemos a los demás.”
En un momento de la entrevista, se me ocurrió hacerle unas preguntas sencillas, surgidas a través de toda la conversación:
–¿Qué es para ti un niño?
Ramón sonríe y contesta: “La verdad, la inocencia del egoísmo. Es alguien que nos enseña a ver quienes somos.”
–¿Qué es para ti el cielo?
“La conciencia de estar en paz con uno mismo.”
–¿Qué es para ti el odio?
“Una forma de auto herirte”
–¿Para qué crees que has venido aquí?
“Tener la suerte de vivir, para ser alumno y maestro a la vez y poder compartir.”
–¿Tienes miedo a la muerte?
“¡No!; pero no quiero morir. Disfruto mucho de la vida.”
–¿Has hecho daño a alguien, de lo qué te arrepientes?
“Sí, desde la prepotencia del carácter. La testosterona.”
–¿Tienes amigos en el infierno?
“Sí, donde mas tengo. He aprendido a no juzgar. Eso me ha dado la oportunidad de poder entrar en las cárceles para enseñarles a que no reincidan y que yo no vuelva a reincidir tampoco.”
–¿Por qué llegas a la cárcel?
“Por venganza. Mi padre me impide ir a un Festival que se celebra en la Isla Wight y me obliga a que saque 5 sobresalientes. Yo le traigo 7 y, no obstante, continuó prohibiéndomelo. Siendo él juez, qué mayor venganza que la de desacreditarle ante la sociedad con un hijo delincuente. Entonces tenía 16 años y me dediqué a robar coches en Santander, donde residía entonces, aunque en realidad solo los cambiaba de sitio y los dejaba en lo lugares mas variopintos, hasta que tuve un accidente y me detuvieron. Fueron 80 coches en un mes, días de dos tres y hasta cuatro. Citroen Dos Caballos, los que repartí. La justicia me podría haber llevado a la cárcel de menores, pero mi padre lo evitó pagando un dineral en multas, hurto de uso, conducción temeraria, etc. Él, por este hecho, dimitió de su cargo. Yo, para mayor castigo, pasé 10 días eternos en la Prisión Provincial de Santander, para que viera las orejas al lobo. Quizá aprendí cosas que no debería haber aprendido pero, por hacer algo indebido, también supe que la mayor realidad de la venganza consiste en cavar dos tumbas.”
–¿A qué vas ahora a las cárceles de España?
“A convertirles en artistas. Muchos de ellos lo son. Están deseando expresar.”
–¿Qué sientes tú cuando estas en escena?
“Yo escribo poesía y textos para estar en escena, lo mismo que represento textos de otros autores. Siento la verdad, siento al personaje que me permito ser.” “La poesía es un ratito corto lleno de mensajes bellos y de verdades.”
Y acabamos la entrevista, mitad charla, mitad historia. Ramón es un ser polifacético, que ama la vida e invita a que los demás la amen también.
El día 30 de septiembre mostrará todo lo que sabe, acompañado de sus compañeros, con los que, como él dice, no podría llegar al clímax del momento sin ellos.
“Claro que son imprescindibles mis compañeros en la escena para conducir al espectador por un itinerario místico-musical, protagonizado por el órgano que interpreta los corales de Bach, Ester Ciudad, la música electrónica que describe la noche oscura del alma, Guillermo Calvillo “Gÿe”, además del reconocido maestro de danza oriental y del giro Sufí, Mohamed El Sayed. También la dirección del espectáculo corresponde a Esther Ciudad.”, comenta Ramón.
Ramón tiene mucho más que decir, contar, hacernos sentir. Volveremos a encontrarnos con él, hoy ha sido todo un placer.
No se olviden:
El festival se cerrará el 30 de este mismo mes, septiembre, con Mohamed el Sayed, Gÿe, L.Ramon G. del Pomar y Esther Ciudad, en la iglesia Santa Isabel de Portugal. Será una sesión dedicada a la música y a nuestro misticismo. El argumento narrativo que ha escrito L.Ramon G. del Pomar, describe este viaje y todos los procesos de transformación del alma, desde el inicio del viaje, el nacimiento, pasando por la noche oscura, la duda, el tormento, la esperanza y el encuentro con la luz.
Paula Arjona
Foto Ramón G. del Pomar: Domingo J. Casas