La propuesta escénica de Proyecto Pelo, ‘Yo quiero bailar toda la noche’, es un subidón de adrenalina. Alegría en vena que como en un torbellino arrastra al espectador a una pista de baile que nunca termina.
Es reivindicativo y hasta desafiante, iconoclasta, revolucionario porque no deja títere con cabeza y no hay lugar en el escenario al que puedas mirar en el que no aparezca una actriz bailando, moviéndose, convulsionándose y provocando al espectador a seguirla en sus giros extenuantes.
Rompe la cuarta pared cuando le viene en gana y alguna de las otras tres que parecen proyectarse y contra las que golpean las actrices en sus movimientos que rebosan la sala como si de un gran despliegue de medios se tratara y por un momento se multiplicaran al infinito.
Las actrices nos cuentan algo de su historia, algo significativo y cercano para ellas y muy familiar para el espectador. Se acercan y nos implican y sentados en nuestras butacas sentimos que nos arrastran a la pista y seguimos sus movimientos hipnotizados por un huracán con tres ojos que lo desgobierna todo.
Los tres ojos de este arrollador huracán son Nuria Vicent, Eva Tirado y Julia Monje dirigidas por Elena H. Villalba que interviene como maestra de ceremonias con las luces, los sonidos y que toma parte para darnos un paréntesis de sosiego a tanto movimiento embriagador y nos relata en primera persona la prosaica realidad laboral que puede ser la de muchos. Pero sólo es un paréntesis. De nuevo el huracán arrecia y más fuerte si cabe.
La escenografía y el diseño de iluminación están a cargo de Karol Martín y es un acierto la propuesta de luces y proyecciones en la pared final del escenario que multiplica a gran escala lo que ya vivimos dentro y es la reverberación con coste cero. Del sonido, la alegría, el movimiento, la danza, la fiesta.
La obra apuesta por la complicidad con un público entregado y que llega a formar parte de esta alegría incontenida e incontenible.
El montaje es un relámpago en vena para el espectador y no deja indiferente.
El trabajo físico de las actrices es impresionante y la coordinación de diálogos y sobre todo movimientos y cambios de posición en escena fluye ligera, vibrante, sincrónica en ese maremágnum de gestos, sonidos, mensajes con toda la energía que despliegan y transmiten las protagonistas.
Ante tanto desencanto y pesimismo, DT Espacio Escénico en la madrileña y céntrica calle Reina, 9 nos brinda una oportunidad de chutarnos alegría y dejarnos arrastrar por la felicidad de estas actrices incombustibles y reivindicarnos como seres libres y transgresores. “Toma pista que despegan”.
Más info: Proyecto Pelo
Javier Torres.