‘Vaga’ es una obra áspera, una representación que no ahorra el rigor extremo y la dureza de los malos tratos que han dejado marcas en la piel de la memoria, el abandono y la necesidad vital de una palabra amable o no tan amable pero palabra.
Las actrices Esther Acevedo y Begoña Miranda se dan, se vacían en escena, en carcajadas hirientes y llantos sordos.
Es una obra intensa, dura, áspera y desarrapada que llega al fondo del alma del espectador con un toc-toc ¿Hay alguien ahí? ¿Hay?
Los diálogos son sinceros, los juegos de miradas cómplices, los movimientos rítmicos. Intensificando ese círculo fatal de la caída a los abismos que supone un pasado doloroso, un presente abrumador y un futuro que es ayer porque se reinicia de nuevo el recuerdo del hondo y abismal desamparo.
La obra deja residuos de melancolía pero también una tibia esperanza. Supone un aldabonazo a la conciencia y una sacudida al cómodo bienestar. Los malos tratos, la falta de perspectivas, el desarraigo y la sórdida rutina inclemente, indigente, indiferente a la intemperie. El “mundo –in” de los inadaptados, el mundo de los antónimos sucesivos donde no hay un sinónimo, un igual y la protagonista apenas se encuentra con alguien que se asemeja a un otro igual, igual de inadaptado e indigente se agarra a él aunque queme, aunque duela y suponga hurgar más en la herida.
La protagonista es alguien que vaga, que decide errar, buscar en una huida hacia lo desconocido porque lo conocido es muy sórdido y triste. Quiero encontrarse a sí misma, quiero encontrarse con su madre que en realidad la acompaña siempre en una suerte de diario doloroso de un pasado de malos tratos y violencia. Quiere vivir…
Sí, es una intensa con una excelente interpretación, un adusto y funcional decorado que puede estar perfectamente en nuestra calle, la esquina de la manzana de nuestro edificio y que nos permite mirar mejor o simplemente mirar cuando de nuevo paseemos por escenarios parecidos que se repiten en miles de calles del mundo.
Situaciones desesperadas que producen un consuelo temporal, un cierto regusto de gratitud, una humana empatía.
Una propuesta muy interesante de la autora y directora Fredeswinda Gijón que no dejará indiferente y que nos ofrece la sala “El umbral de primavera” con todas las medidas de protección en estos tiempos del Covid y que retrata la dureza de la soledad y los malos tratos.
Más info: ‘El umbral de la primavera’
Javier Torres.