Sanar la piel a mordiscos y quemarla a lametazos.
Cerrar la puerta con las persianas subidas y golpear el techo con la escoba
para que la vecina se entere que aquí,
en la habitación,
es primavera.
Desvestirnos de culpas y abrocharnos los miedos, arrojarnos al vacío.
Decirnos que no pasa nada, que antes éramos otros y que ahora seremos más fuertes.
Ponernos la etiqueta de “valientes” y colgar de la puerta el cartel de
“Se prohíben pesadillas”.
Hacer cosquillas a la cama y despojarla de polvo.
Dibujar con la lengua tu ombligo.
Convertir tu cuerpo en paisaje, el mío en lienzo
y quitarle las letras a la palabra “Arte” cuando nos colgamos de la pared.
Corrernos de la mano y decirnos “Te quiero”.
Conocer solo los verbos que acaban en “-nos”.
Hacer el amor contigo es que me pregunten si soy feliz
y decirles que te conozco.
Guillermo López